¿De verdad vas a confiar tu salud a un reel de 15 segundos?
Hoy en día, todo el mundo tiene una opinión sobre nutrición.
Y lo peor: todo el mundo la publica.
Instagram, TikTok, YouTube… están inundados de vídeos con trucos, hacks, retos, recetas mágicas, antes y después espectaculares, y promesas de resultados rápidos.
Pero ¿alguna vez te has parado a pensar en esto?
¿Quién está detrás de esos consejos?
Porque, entre tanta frase motivadora y estética cuidada, se nos olvida algo muy básico: muchas de esas cuentas no están pensadas para ayudarte. Están pensadas para capturar tu atención.
El algoritmo no quiere que aprendas. Quiere que te enganches.
Las redes sociales no premian la calidad.
Premian el impacto.
¿Y qué genera impacto?
Cosas como estas:
“Este alimento destruye tu progreso.”
“Come esto y quema grasa durmiendo.”
“Si haces este truco, no necesitarás hacer dieta nunca más.”
Suena bien. Pero es una falsa sensación de control.
Y detrás de esa promesa rápida, no hay ni contexto, ni ciencia, ni estrategia personalizada.
Solo un gancho diseñado para que sigas haciendo scroll.
El problema no es que lo que digan sea falso. Es que puede no aplicar a ti.
¿Tienes un historial de dietas restrictivas?
¿Te cuesta organizar tus comidas porque tienes jornadas largas y poco tiempo para cocinar?
¿Tienes ansiedad o un patrón emocional asociado a la comida?
¿Hay ciertos alimentos que te obsesionan o te generan culpa?
Todo eso importa.
Y ningún vídeo viral puede tenerlo en cuenta.
Por eso, incluso aunque el tip sea bueno, puede ser inadecuado para ti. O incluso perjudicial.
Detrás de muchos perfiles, hay más marketing que vocación o buenas intenciones
Muchos influencers se han convertido en marcas. Y como marcas, venden:
Su cuerpo como prueba. (muchos lo han conseguido con ayudas químicas).
Su método como producto.
Su estilo de vida como aspiración.
¿Dónde queda tu realidad? ¿Tu contexto? ¿Tu historia?
Fuera del plano. Porque no vende.
Y no solo hablamos de personas sin formación.
También hay nutricionistas y entrenadores con títulos… pero con intenciones que no siempre están alineadas con tu bienestar.
¿Su objetivo? Likes, seguidores, lanzamientos, programas masivos, ingresos pasivos.
No es una crítica personal. Es un sistema que premia eso.
Pero tú no eres un sistema. Eres una persona.
¿Qué consecuencias tiene informarse así?
Confusión constante: Un día te dicen que el pan es malo. Otro día, que sin carbohidratos no puedes rendir. Al final no sabes qué creer, así que acabas haciendo lo de siempre.
Culpa y comparación: Ves cuerpos, hábitos, rutinas “perfectas”… y te preguntas por qué tú no puedes. La respuesta es… porque eso no es real. Es contenido editado.
Saltos de una moda a otra: Primero fue el ayuno. Luego el conteo de macros. Luego el realfooding. Ahora es el ciclo hormonal. ¿Qué sigue? Da igual: todo eso te distrae de construir una base sólida.
Pérdida de tiempo y energía: Estás siempre empezando, pero nunca avanzando. Probando, pero sin entender. Aplicando consejos sueltos, sin saber cómo se conectan entre sí.
Entonces… ¿qué puedes hacer?
Podrías seguir intentándolo sola.
Podrías pasar horas buscando entre reels hasta encontrar el consejo que te funcione.
Podrías hacer otro intento más de “cambiar de hábitos” el próximo lunes.
O podrías dejar de improvisar y pedir ayuda.
Un acompañamiento real es otra cosa.
No te ofrece atajos. Te ofrece un camino.
No te da tips sueltos. Te enseña a pensar por ti misma.
No te compara con nadie. Te escucha, te guía y se adapta a ti.
La nutrición no va de comer perfecto.Va de construir una relación con la comida que te funcione a ti. Y eso no cabe en 15 segundos. Ni en un carrusel. Ni en una frase viral.
Pero sí cabe en una conversación real.
En una estrategia adaptada.
En un proceso con sentido.